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Damián Andreñuk

El cáncer de la vanidad

Sepan que habito estas palabras de mis versos
y no esa extraña paz en mi lápida ilegible.
He atravesado esta coreografía tempestuosa
como una alondra gigantesca sobre bosques incendiados.
Percibo desde lejos un magnífico perfume
de prados y rosales podados por el renunciamiento.

Conozco los demonios que bailan en la concupiscencia.
La gangrena y el hedor muy dentro del deseo sofocado.

Han vestido torpemente al ser humano
con números y nombres y banderas.
Al ser humano bendecido
por el don de la palabra.
Al ser humano corrompido
por el cáncer de la vanidad.
Han hecho todo lo posible
para estrangular las carcajadas.
Han fomentado nuestra lucha más ingenua
                      contra ejércitos de niebla.
Han dejado en quienes nacen
un regusto a ceniza.

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