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Manuel Hernández

Lágrimas artificiales

“… en qué consiste la tristeza que, de pronto, inmoviliza”.
El abuelo, la cesta y el mar. Elizabeth Schön

Al final de la playa,
un recodo. Luego,
el olvido,
las olas y
el mar.


A los veinte,
sólo hay pozos sin fin,
neveras siempre llenas,
notas que no notas,
semáforos verdes.


Murallas detienen 
el pesimismo 
de las décadas,
arrojan al fuego
las mentes que dudan.


Viviré del aire
más de 
cien años.
Volaré sin espacio
para despegar.


Abanicos cabalgan
sobre el lomo de
la teoría del día.


Se paraliza el llanto,
los dedos se congelan:
dejan de hacer 
figuras
               en el aire.


Tanto 
           tiempo 

                       pasó.
Ya no cuento
los momentos,
las lunas llenas,
los días vacíos.


Al fondo
de la oscura 
                  terraza,
termino el poema 
en silencio.


Ya no preciso 
lágrimas 
artificiales:
basta la vida.

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