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Salvador Villanueva
Lejos del ágora
Ahora me desplazo
por la Siberia de mi casa.
No creer en Dios
me ha traído muchos inconvenientes.
También no querer entablar relaciones
ni frecuentar los cenáculos.
Mi amor por las cuatro paredes
sigue siendo cautelar.
De ellas salgo a veces
cuidadoso de no encontrar
a alguien que quiera conversar
conmigo sobre ilusiones y esperanzas
o me espete una puñalada de adulación.
Ya uno sabe . . .
Y por eso y por muchas cosas más
que no menciono
me devuelvo a mis cuatro paredes
y a mis gallos
que sin duda son
una especie de salvación.
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