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Israel A. Bonilla
Profesor
He renunciado a la reconstituyente luz,
a la saludable calma de un indolente crepúsculo,
a la firmeza de mi columna,
a la tersura de mi piel,
a las profundas bocanadas de aire
y al vigor de mis caminatas.
He renunciado con el fin
de traducir un esotérico paraje del tiempo
a unas cuantas almas empequeñecidas,
no siempre capaces de seguir la sutil dialéctica
de lo irrecuperable.
Resiento mi trato con el ayer.
Resiento adivinar que su ductilidad
no evidencia su hondura, sino su condición
de esparcimiento para el eterno desorientado.
Ya es tarde.
Espero el destierro a esa alcarria
donde habita el tumulto anónimo.
Anhelo librar a los indecisos
del largo aprendizaje de la esterilidad.
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