Vicho Morán
Métrica del instante / Métrica de la primera vez
A cada segundo en este planeta expiran 1.8 humanos, y como no existe 0.8 de algún humano, a veces mueren dos. Así, sin más, parten de esta pequeña esfera con sus problemas, recuerdos, y lo poco que alcanzaron a hacer. Y el cronómetro no se detiene y sigue su marca de primeros instantes. A cada uno de ellos, al unísono, laten 8 millones de corazones, con el azar como único director de orquesta. Y por cada uno que contemos, alguien en el mundo, inexplicablemente, dice —creyendo fervientemente en el amor— ¡Sí, acepto! Y, en aquel momento, 6 especies dejan de existir por primera y última vez. Eso equivale a que 8 mil de ellas jamás volverán a caminar sobre la faz de la tierra.
Entonces, en un frenesí se envían 3.391.204 imeles por segundo. La mayoría basura Eiai, sin ninguna oración que le diga al receptor que el remitente está preocupado de que zozobre y encalle en sus rocosas penas. Hay que sumarle a esa deprimente realidad el epiléptico click de medio billón de torturantes laiks; también, por cada segundo de una primera vez. Es como si súbitamente la palabra hubiese sido sacudida de la imagen.
Y qué decir de los 10.450 litros de Coca Cola que a cada segundo se tragan en este planeta. Si contamos otro más, entonces 10.450 litros más se habrán consumido. Y así una cacofonía de flatos llena la estratósfera de un olor efervescente a Ce-O-DOS.*
También pasan cosas pequeñas, como por ejemplo que, una abeja bate sus alas 270 veces por segundo, y como son millones de ellas haciéndolo al mismo tiempo, el planeta entero se empuja una irrisoria cantidad de 30 kilómetros por segundo en su intento de alcanzar el borde del universo que, a su vez, corre desbocado en su expansión a 73.3 km/segundo—¡Pobre tierra, nunca lo alcanzará! Ya se quedó rezagada, sola en medio del vacío, mientras estrellas engreídas, pasan rajadas por el firmamento, sin prestarle la más mínima atención a este pequeño grano de arena líquido. Y esto aquí no acaba, pues ahora mismo nacieron 4 guaguas alrededor del mundo. Muchas de ellas engendradas durante los 5.5 millones de orgasmos—todos ellos ocurridos al terminar de pronunciar la letra S. Íntimos encuentros con los dedos de las manos que imaginan la mediana de un polvo de apenas 5 minutos.
Enigmáticamente, el único que no se inmutó, por esta avalancha de primeras veces, fue un caracol de camino a su manto de Eva. So pena de su magnánimo poder de ínfimo dios, lo que a él le interesaba atisbar al asomarse a la vastedad de su reino era: apreciar la brillante estela dejada por su ondulante baba hilvanando eternamente todas estas primeras veces, pues entremedio de aquellas puntadas ocurrían los instantes perfectos.
*Recuerde: cada litro tiene 6 gramos de aquel gas. Si hiciéramos el cómputo son millones de metro cúbicos carbonados que le dan a la tierra, desde afuera, un apariencia burbujeante.